
Muy bien malparidos hijos de perra, el día de hoy les traigo una lección única sólo comparable con armas de alto impacto, así es, me refiero al malparido y bastardo artefacto de destrucción y muerte, el lanzallamas.
El lanzallamas es hoy por hoy una arma bélica cuyos orígenes se remontan a la segunda guerra mundial, donde los malditos alemanes lo adaptaron e incorporaron a algunos modelos de tanques de guerra no mejor denominados como panzers, en específico, panzer II Flam y el flammpanzer III, aquí las imágenes de estos hermanos menores de satanás:

panzer II flame
flammepanzer III
Sin embargo, su uso no sólo se limitó a estas excelentes piezas de aniquilamiento, sino que también se diseñaron dispositivos de mano para ser usados por la infantería.
Este juguetito consta de una mochila de depósito o contenedor de gas, regularmente suele ser nitrógeno el cual se combina con un líquido inflamable que transcurre por un tercer elemento; un dispositivo de ignición que se enciende al apretar el gatillo, esto en conjunto produce una llama la cual se desplaza unos nada despreciables 50 a 80 metros de distancia chamuscando y cojoneneando todo a su paso.
A pesar de su poder de exterminio esta madre cuenta con ciertas desventajas: la posibilidad de estallar (aunque algunos de estos artefactos son incluso a prueba de balas debido al tipo de combustible que portan), la escasa posibilidad del operador para desplazarse rápidamente perdiendo de esta forma la eficiencia y eficacia y la necesidad del operador de acercarse para alcanzar su objetivo, lo que lo torna más vulnerable a las balas de los hijos de todas su puta madre del fuego enemigo.
Aquí lo dejo con unas imágenes y recuerden si le gusta este blog: ¡A COMENTAR! y ¡A RECOMENDAR!, ¡VAMOS, VAMOS, VAMOS...!
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